7. Prolífico

Ser prolífico. Escribir como un verdadero diablo. Convertir al infierno en tu combustible. Quemar la mente. Correr todo lo rápido posible, hasta desgastar los pies desnudos, para escapar de la acechante gravedad de un futuro no deseado. ¿Hacia dónde demonios voy? No tengo dónde huir, no tengo dónde esconderme. La balanza no da más de sí. Pero incluso con el resto de salidas selladas, puedo seguir escribiendo sobre la libertad que se me ha sido robada. Quizás esa sea la magia de la escritura. Es la vida misma, tan tonta y verdadera como esta, tan inconsciente de sí misma y a la vez tan cierta. No puede ser robada, no puede ser negada, es dada y propia. Es la naturaleza del crear, inherente al vivir. Me gustaría que me saliesen callos en las manos hasta que mis débiles brazos sean capaces de extenderse lo suficiente como para alcanzar algo. Para que quede constancia de que una vez estuve aquí. Solo con eso, ya me podría considerar prolífico.