15. Piel de cristal
- srpableras7
- 9 sept 2024
- 5 Min. de lectura

Ansío poder amarme. Ansío poder experimentar todas las maravillas que son capaces de anidar mi cuerpo. No es ningún misterio, quizás un secreto a voces, que las personas desean a otras personas. Pero rara vez se acepta este deseo como no solo natural, sino necesario para sobrevivir. He escuchado mucho en argot moderno, el fascinante concepto del “self-love”, del cuál soy bastante escéptico. Conozco el amor propio, creo en la idea de que uno necesita ordenarse primero a sí mismo para poder confrontar correctamente el desorden que traen otros, pero me pregunto hasta qué punto cargamos sobre los hombros de los individuos las taras de un mundo mal aclimatado. Y me pregunto también cuánta gente canta alabanzas a la soledad solo para no pensar demasiado cómo sería su vida si estuviesen acompañados.
No es una cuestión simplemente romántica. Un amigo es un tesoro, eso dicen. ¿Eso dicen? ¡Un amigo es un tesoro! Los lazos que unen a las personas toman formas curiosas, de lo más interesantes, de ahí su belleza, y también su complicación. Hay mil maneras en las que podemos relacionarnos con los otros. El mercado de los vínculos está en alza, pero es algo azaroso en los tiempos que corren. Los profesionales auguran que seguirá así por toda la eternidad. Si eres nuevo en esto, puedes empezar con un sencillo “¡Hola!” Quizás “Me mola tu vibra, colegui…”. También podrías lanzarte directamente a la piscina, poniendo un gigantesco cartel sobre tu cabeza que ponga: “¿Quién quiere montarse en esta atracción?” Eso seguro que funciona.
La realidad es esta: No puedo amar solo. Necesito que alguien me acompañe. De esta idea y sus consecuencias se desenvuelve una retahíla de desesperaciones cada una peor que la anterior. Es una paradoja bien documentada, que la intimidad entre las personas se construye con apuestas en las que ninguna de las dos partes está segura. Te enseñaré lo mío si me enseñas lo tuyo. ¿Es esta una sociedad capaz de crear esa clase de vínculos?
Gastamos energías colosales en un pilla-pilla incansable. En rituales de apareamiento y cortejo, tupidamente decorados para diferenciarse falsamente de los de los animales. Incapaces de cuestionarnos si no estamos perdiendo el tiempo. ¿No existe una vía más rápida? Si me desnudase delante de una multitud desinteresada, no conseguiría más que humillarme. Si me desnudase delante de ti, probablemente sentiría mis mejillas ardiendo. ¿Si mi piel fuese de cristal, sería todo mucho más sencillo? ¿Se verían bellos mis órganos, brutalmente honestos? ¿Se descifrarían con facilidad mis entrañas? ¿Se entenderían mis actos? ¿Comprenderían mis silencios, las formas en las que he sufrido, y hecho sufrir, en nombre de la intimidad? ¿Podría ser más sincero acaso? ¿Agonizaría menos? Si mi piel fuese de cristal, exponerme al mundo probablemente sería muy doloroso. Y aun así, ansío que me veas como si mi carne fuese translúcida.
El miedo a ser visto es tan profundo como el ansia de ser comprendido. Y a pesar del escrutinio, buscamos incansablemente el fruto dulce de la cercanía. Al fin y al cabo, el amor electrifica más que ninguna otra sustancia. Es así el cariño y todas las cosas que se desprenden de este, benignas o malignas. Y toda otra pasión similar a un destello; un brinco, instantáneo y tan complejo, menudo y eterno, una estrella o un nudo de mil lazos. El tejido de cada vida, una relación a cada paso y un contacto en cada relación, un trazo. Chocando desavenidamente, pieza a pieza, hasta encontrar la que encaja perfectamente con nuestros relieves, si es que existiese tal portento. Saltando y revoloteando, felices y complacidos.
Tropezamos y caemos, el suelo no es hierba, sino asfalto. ¿Quién construyó estos muros? Estaban aquí mucho antes de que llegásemos, estarán aquí mucho después de que nos vayamos. Grito en silencio por no despertar sospechas, y sospecho que no me quedan excusas para pedir vernos. Me raspo la rodilla. El suelo es asfalto, y no está diseñado para recibir caricias. ¿Es esta una sociedad capaz de crear esa clase de vínculos?
Deseo con toda mi alma que me vean. Que me hablen. Que me abracen. Que desenreden mi ser y lo vuelvan a tejer, con la delicadeza propia de un alma gentil. Y para ello, hay que creer en las almas gentiles. Si mis emociones a flor de piel no fuesen más que un nudo multicolor ¿Tejerías por mi sentimientos maravillosos? De eso va todo, al fin y al cabo. De ser tratado con gracilidad. Con cariño y respeto, con comprensión y paciencia. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo, y constantemente caemos en errores ya viejos. La línea entre lo sensual y lo grotesco es tan sutil, tan salvaje, que muchos salivan por estiércol, y otros, agonizan en absoluto silencio.
Muchas personas saltarán a la piscina de la satisfacción como si de un banquete todo se tratase, y se mancharán de una sustancia pegajosa que los dejará entumecidos y desensibilizados. ¿Cuánta gente abrazó el placer como una vía de escape para recibir caricias, y cuánta gente utilizó las caricias como carta para acceder al placer? Otros, coserán su boca con un hilo hecho de inseguridades, para no poder ni por una vez en su vida decir o escuchar las palabras “te quiero”. Pasarán tantos años sin que sus manos toquen las manos del otro que sus dedos comenzarán a erosionarse por la fricción del viento y la frustración, hasta que sus brazos no sean más que tontos muñones.
Ansío poder amarte. Y probablemente, tú también desees que te vean. He chocado con gente así. Gente que aunque fuese por un instante, pusieron en mis manos la tarea de descifrar su ser y sus anhelos. De describir su olor, de narrar la textura de sus surcos. Muchas veces fallé, muchas veces no estuve a la altura de lo que se me pidió. Tropecé en el trato que yo mismo exijo, y me avergoncé por ser similar a un niñato. Un niño canijo que no sabía cómo debía ser el amor entre adultos.
Jugamos un juego tan tonto, por un precio tan alto… Nos ponemos taras a nosotros mismos, siguiendo los valores de una trucada balanza. Tan confuso y tan frustrante, que es sencillo rendirse. ¿Cuántas veces se ha declarado uno mismo como exhausto? Cansado. Cansado de las personas. De los malos tratos. De los abusos y de los malentendidos. Nos amamos. Coge mi mano hermano, y exclama junto a mi: ¡Que terrible pesadilla! ¡Las personas nos amamos! ¿Tenemos opción acaso?
Al fin y al cabo, nos amamos, los unos a los otros…
Tontamente,
Torpemente,
Ridículamente,
Vergonzosamente,
Bruscamente,
Inescapablemente.
Un animal con boca, come.
Un animal con pies, camina.
Un animal con piel, con manos y dedos, yemas y sensibles receptores; toca.
Toca y es tocado.
No podemos forjar un amor perfecto, pero si es la tarea que nos encomendaron nuestros cuerpos, más vale que luchemos por ser mejores, cada día.
Si pretenden hacer mi coraza más dura, yo haré este mundo más suave.
Si pretenden empequeñecer mi corazón, yo haré esta vida más gentil.
Hilo a hilo. Yo lo volveré real.
Si el amor se me escapa, yo lo haré real.
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